viernes, 10 de junio de 2016





Mexicanos leen por gusto únicamente 3.5 libros al año

Según una encuesta realizada por Conaculta, los mexicanos leen por gusto únicamente 3.5 libros al año. Sin embargo, para la editora de Resistencia, Josefina Larragoiti, este estudio “dice muchas tonterías”.
“No creo que los libros digitales aumenten los lectores en nuestro país. No creo en muchos profesores que inculquen o introduzcan a los alumnos a la lectura ni mínimamente un pequeño interés”, expresó Larragoiti.
 Y agregó:
“Creo que ese Tovar quiere crear una ilusión sobre los avances que ha tenido el Gobierno federal para impactar en la cultura, con miras a tener un buen puesto ahora que se ha vuelto Secretaría de Cultura el Conaculta. Que los escritores y los editores mexicanos seguirán sumando para mejorar algo la cultura mexicana con su trabajo, pero que difícilmente dirán que uno de sus libros, por ejemplo 'Un millón de gusanos' fue mencionado en sus encuestas”.
Lo cierto es que, de acuerdo con la Sociedad Española de Neurología (SEN),mientras leemos, obligamos a nuestro cerebro a pensar, a ordenar ideas, a interrelacionar conceptos, a ejercitar la memoria y a imaginar.
La lectura también genera temas de conversación, lo que facilita la interacción y las relaciones sociales, otro aspecto clave para mantener nuestro cerebro ejercitado.
La lectura estimula la actividad cerebral y fortalece las conexiones neuronales.
Aumenta la reserva cognitiva del cerebro, factor que se ha demostrado protector ante enfermedades neurodegenerativas.
Fomentar más la lectura entre la población ayudaría a reducir el previsible incremento de casos de demencia en nuestro país: Leer retrasa y previene la pérdida de la memoria.
Gracias a la lectura, se ordenan ideas, se interrelacionan conceptos y se ejercita la memoria.
Para la neurología, leer ficción puede ayudar a reducir el nivel de estrés, que es origen o factor de empeoramiento de muchas dolencias neurológicas como cefaleas, epilepsias o trastornos del sueño. Leer antes de irnos a dormir propicia un buen sueño y, según la ciencia, es en la niñez y en la vejez, cuando la lectura despliega sus grandes y ya nombrados beneficios.